V I V E N C I A S
En este lugar mágico, recibo la elección,
el acorde ritmos sonoros
soltando la pelvis
volteada a un lado y a otro
formando círculos cada vez más amplios
hasta terminar en infinitos
a derecha e izquierda,
mientras mi cuerpo contenido
se enraiza en la tierra.
El Atlántico penetra por todos los poros
de mi cuerpo
disfrutando la frialdad del mar en él
y mi mirada, se calma con sus
transparencias y olas.
Los pajarillos y el cencerro de las vacas.
Los balidos de las ovejas en los montes cercanos,
el ladrido de perros en la lejanía.
Respiro.
Escucho mi respiración.
Sonrío.
Desde el valle de las olas, Eire.
Nota: Ilustraciones de una sesión de biodanza mientras se realizaba. Pararse para reconcectarse.
Agradecida por el encuentro y compartirlo
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