jueves, 26 de noviembre de 2020

Diez años no son nada. O sí. De cómo este año

 Este 2020 será recordado por todos: por los hombres, las mujeres, los abuelos, los niños y adolescentes y hasta a los animales se les quedará en el ADN. Desde que comenzó, que yo lo inauguré en Madrid viendo a unos amigos. Eso que te dicen que me voy pasao mañana y vuelvo el viernes. Pues me voy contigo. Así soy para las decisiones.

Año diferente por lo que pasaba en otros países que no es que fuera muy diferente a lo de otros años, pero tampoco, era como aquéllos. Los tres primeros meses pasaron como muy deprisa, como pasan los primeros meses de cualquier año. Luego es como si se asentaran las horas hasta que llega la semana santa y con las ferias y los primeros días de caló se aceleran los días hasta que llega junio. Poco a poco se instaura el verano. Había rumores y qué, siempre los hay. Teníamos que habernos puesto sobre aviso cuando escuchamos lo del murciélago allá por finales de enero. Pero como no contrastamos la información con la de otros países, yo no hablo otro idioma distinto al español y muchos de los que me rodean, tampoco, por no decir nadie. Ni se escuchan más de dos radios diferentes, quién la escuche. En fin, que actualmente estamos en la época en la que tenemos más acceso a la información y resulta que estamos más desinformados que nunca. Es muy sutil. No lo vemos, no huele, no sabemos dónde está ni quién lo puede tener.

2020 está en el ranking de los años difíciles, de aquél en que perdí el curro, en el que conocí a aquella chica con la que comparto mi vida; el año que me dejaron y que yo creía que era feliz; fue el año en que murió mi madre y mi prima estuvo muy malita ingresada durante cuatro meses por culpa del bicho; el año que decidí dejar de poner a los demás por delante de mí; fue el año que reconocieron que yo les hacía bien, pero ya era tarde; fue el año en que murió Pau y muchos más; fue el año que mi niña se marchó a estudiar fuera; fue el año que me quedé embarazada a mi costa y morí en el parto; fue el año que seguía enfadado por todo lo que ocurría y le echaba la culpa a mi jefe por mi triste vida; fue el año en que sonreír se me hizo duro; fue el año que volví a encontrármela y fue como si nunca hubieran pasado los años.

Año diferente por la pandemia, las mascarillas. ¿Te acuerdas cuando veías a algún japonés con ella puesta y pensabas “exagerá”? pues ahora tienes tres y las de papel que tiras cada cuatro horas. Han cambiado hábitos, la utilización de la tecnología. El ordenador ha cobrado protagonismo con el trabajo online. Los ERTES, despidos. Hay más necesidad y ahí estamos esperando no sé que cosa queremos que ocurra. Restricción de horarios, salidas a la calle, toques de queda.. La gente tiene miedo. No quieren que nos acercarnos a los demás por si nos contagiamos. Hay que ser conscientes de que nos están controlando por lo bajini como decimos por aquí. Lavado de manos frecuente, geles hidroalcóholicos en cada espacio al que se entra, geles virucidas. Saludos con el codo, que si ahora un corazón con las manos, omeee por favor.....

La vida nos ha cambiado en poco tiempo. Incorporamos los nuevos métodos y situaciones, o desaparecemos. Esa es la realidad. Te adaptas o te quedas fuera, de lo que sea. No es resignación, te adaptas y avanzas.

No tengo miedo. Hay cosas que no entiendo y quieren hacernos ver que no hay. Algunos como yo, lo virtual lo llevamos peor que otros. Ni que decir tiene que si hay reunión online, ahí estoy yo. Que se queda para pintar por messenger, ahí he estado yo los tres meses de confinamiento. Y aún alguna que otra tarde me conecto para estar con mis compis y amigas de Madrid, Santander y Asturias. Que no se puede salir, pintar lo que se ve a través de una pantalla en algún rincón de nuestra bonita TIERRA.

Así cada año por el mes de octubre, llega a Cádiz el FIT, Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz. Me entero por mi compañera Koki que hay una actividad en la que se puede participar. Con el jaleo de comienzos de curso, los protocolos en la Escuela,, mis propias historias..... se me olvida apuntarme. Este otoño he estado muy enfrascada en mis historias propias.

Voy al teatro con nuestra querida Chari y me encuentro a Jose, de los Skecthers y me dice: “Mar, ¿te has apuntado?” “¿ A qué?” Le contesto. Y me lo cuenta. Al día siguiente me envía el enlace y a los diez minutos ya estaba apuntada.

Este año se cumplen diez años en mi vida de varias cosas: diez años en la Dirección de Escuelas Infantiles, diez años que soy psicóloga y diez años que me subí por última vez a un escenario. No es que me haya acordado de todo a la vez, que va, para nada. Lo de la Escuela Infantil, es mi profesión y comencé en Los Barrios y el recorrido por todos ellas es para estar orgullosa del trabajo, de la implicación y de lo conseguido en lo profesional y en lo personal. Lo de psicología, ya os lo cuento en otro momento, pero sí, también hace diez años que ya tengo el título. Y lo de subirme a un escenario también me vino el recuerdo después incluso de haber actuado en el Falla. En estos años he hecho animación teatral, cuentacuentos, representaciones para los niños... teatro teatro, no.




Dibujo de Jesús, de las dos Virginias y de María, compis del Atlas.

Así que subirme al Gran Teatro Falla, al Gran Teatro Falla ha sido una gozada y un sueño cumplido. No solo por volver a subirme a un escenario sino por hacerlo en éste y dentro del Festival al que cada año dedico alguna que otra tarde porque disfruto mucho viendo una puesta en escena.

Aún con la resaca emocional en el cuerpo y en el pensamiento, he caído en la cuenta que lo que realmente yo quería era participar en el FIT y mira por donde, los dos sueños se han hecho realidad a la vez. Sentir los focos. Los aplausos y como a medida que vas hablando te emocionas, te envalentonas.... y sabes que eres capaz. Sonríes por dentro y por fuera. Vuelves a mirar a los focos y a la cámara. El goce tremendo en el cuerpo y en el alma es festivo, colorista, bello, sublime.

El proyecto ATLAS, de lo personal a lo colectivo y como solo desde el grupo cobra fuerza el impulso, la energía y la belleza. Juntos podemos hacer y cambiar lo que nos propongamos.

Elena, la profesora anarquista, coja y feminista.

Y estando allí, el coreógrafo y las bailarinas nos dicen que falta gente, que si tenemos algún amigo o amiga. Y me acordé de él, de nuestro querido Luis. Sé que ha disfrutado como un niño. Incluso ha bailado, que él no lo hace. Se ha descubierto y eso me encanta.

Enhorabuena Luis!!!. Yo me siento afortunada por todo lo que la vida me pone en el camino y me hace disfrutar de ello.

EIRE MTC.

27 de octubre de 2020, ampliado el 22 de noviembre de 2020.


Otra foto de distintos compañeros mientras escuchábamos las explicaciones para la sesión del jueves 22 de octubre. Resalta Kathya, una de las bailarinas.

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