sábado, 14 de octubre de 2023

ABUELA MANUELA

 

La abuela Manuela.

 

                    Llegó subida en las plataformas rojas con las que se encuentra muy cómoda, con la sonrisa en su lugar y una minifalda que ya quisieran lucir algunas, contoneándose sin presunción al ritmo pausado de sus pasos, reconociendo su porte.

Su sabia mirada deleita paisajes y su carcasa de hoy denota que ha vivido una jartá, disfrutando cada momento sin pensar en más ná.

       - Si yo te contara.. . dijo. Cuenta, le dijo la morena de la melena recogida en un moño, soy toda oídos. 

       -¿Sabes que vivió en la casa de los cuatro patios? ¿dónde? Preguntó la rubia del pelo ensortijado y mirada divertida. En lo de su tío, el edificio ese donde vive ahora la prima.

      - ¿Qué casualidad no? Dijo otra de la reunión. La de la melena de ojos coloristas responde seria con firmeza:

       - No hay nada casual, ya nos enteraremos o no, nunca se sabe.  La que llegó más tarde increpa,

       - Y ¿por qué le dicen de los cuatro patios? Porque era una finca muy grande, responde la mayor de la reunión,  que lindaba con otras  a través de los patios. Nos enterábamos de tó, de conversaciones, de lo que cocinaba Isabel, de cuando tenían los de enfrente triqui triqui, alegría pa´el cuerpo....Ni que solo las tuvieran ellos  y  se rieron a carcajadas, todas, con su bocas abiertas por la ocurrencia. Tenían ganas de reirse, estaban encantadas de encontrarse.

 

               Y sin quererlo, a todas, les viene a la mente la última vez que hubo triqui triqui. La que se divorció hace ocho años, entre uno y otro... ná de ná. Otra, se acaba de separar hace poco y bueno, entre la enfermedad, cambio de trabajo, el niño pequeño, su padre que hay que echarle una miraíta .... en fin, ná de ná. Aquella bonita, en estos momentos mantiene una relación distante con su marido y ya ves....ná de ná o sí, eso lo conoce ella. La de sonrisa interminable, serena, tiene al amor de su vida a su lado y mucho de mucho. Luego está la que habla menos, va para un mes que ná de ná, eso dio a entender o mucho de mucho, ya os he dicho que habla poco. La más joven aunque ya entrada en los cuarenta, ha tenido numerosas historias y ninguna le cuajó...y luego están las más mayores de la reunión, madres de otras y tías de las demás que bueno, una dice que hay que aprovechar lo que sea que venga a tu vida porque no sabes cuando va a volver a presentarse la ocasión. Y dice la del pelo ensortijao:

-               -     Así sin más, sin pensar qué va a pasar... Así sin más, con el único objetivo de disfrutar del momento y sentirte a gusto contigo.

    - Ahora no sé cómo estará, dijo la otra, refieriéndose a la finca de la que estaban hablando, donde vivía una de las primas. Tiene una sabiduría interior que comparte a través de su sonrisa y se encoje de hombros, así sin darle importancia a la totalidad de lo vivido. O quizás por lo experimentado, solo ella conoce su significación. De vez en cuando guiña un ojo y vuelve a reirse.

      - Solo quedan dos patios ahora, dijo, ante el interés de las congregadas, uno en la entrada con suelo formando una tabla de ajedrez que ya conocisteis y uno interior, que comunica con otras fincas, que dan a balcones de viviendas turísiticas y no veas la que lían en las noches de verano los guiris. Y los españoles, que la gente cuando sale de su casa se cree que todo es jauja, y mire usté, pues no, que viven personas normales, que trabajan, se levantan temprano y han de descansar. Una lucha por donde están los derechos y respeto a los vecinos y la diversión de los turistas.

      - Nena, deja que cuente, dijo la del mechón violeta, que al final no termina el relato.

     -Pues mira, dijo encogiéndose de nuevo de hombros y con mucha calma: yo no tenía queja entonces ni ahora, con nosotros se portó muy bien aunque tenía su genio, carácter y arrestos, una mujer sola que sacó adelante a sus hijos con la costura.

     - ¿Y lo del francés?,  dijo la de la sonrisa tranquila

    - ¿Qué francés? expresó la del moño. Que no te enteras de ná shikilla, que esto es muy interesante, respondió la del pelo ensortijao.  Pues la verdad es que no, dijo la otra.

    - Dicen que conoció a un hombre de nacionalidad francesa, de los que vienen en los navíos que suelen arribar al muelle. Cuentan que era muy guapo, ella también lo era: ojos grandes y rasgados, con fondo verde mar, pestañas larguíísimas que hacían sucumbir a cualquiera y unos labios finos en una delicada boca. Decían que ese, no se parecía a los demás hermanos, que si era diferente...ya no lo vamos a saber. Tan moderna que era, atrevida y valiente. Aquellos tiempos no son los de ahora, antes se ocultaba lo que pasaba, se disfrazaban los hechos y si nadie pregunta,  la información se pierde, se queda sin entendimiento, sin arreglo o solución y permaneciendo para la próxima generación. 

     - Ella no tenía ná que ocultá, era una señora, se pronunció por primera vez la de los ojos chiquitos. Se enamoró y cuando ya estaba encandilá hasta el último dedo del pie, no hubo marcha atrás. Entonces le comunica él que tiene otra familia. Y ella ya había perdido las chiribitas por él, solo tenía un sueño y eran uno más.

               Pues vaya.. dice la del mechón violeta

    – Estamos apañás. Aquí estamos nosotras, si no fuera por ella quizás no estuvieramos o seríamos otras. Ella nos une.

             Y siguieron hablando de sus cosas, del trabajo nuevo de la de los ojitos chiquitos, de la jubilación próxima de la sonrisa amable, de la propuesta de la mechón violeta, del viaje de la del pelo ensortijado... la del taller de danza africana que se ha apuntado otra...

          




         Le gusta verle marchar desde el balcón, volver la cabeza y disfrutar de su sonrisa al contemplarle.  Podría ser cualquiera y se queda con ese momento desde lo alto o sonriendo calle abajo. La reconocen en el parnaso mientras la loca cigarra rosa, del miedo salta.

 

            Paisaje gris sin luna pestilente, lo azul de la superluna disfrutó de su máximo esplendor a finales de agosto como nosotras, conversando de nuestros padres, de la abuela que nos une, de las madres que decidieron marcharse, de los padres lejanos, de las mujeres valientes, de hombres que sostienen, de los que nosotras amamos, de lo que queremos y lo que decidimos crear realidad.

          Acordes naranjas para una reciente amistad con zapatos nuevos. No están nuestros sentimientos en liquidación. Nos amamos, nos horamos y nos valoramos.

         Volvieron a reirse mientras la luna les miraba desde el mar salpicando centellas luminosas en la noche sin estrellas.

 

 

Eire Terrero Cumbre

2 comentarios:

  1. Precioso¡! Relato muy elegante y real. Gracias por plasmar la vida en cualquiera de sus múltiples formas; pinturas, textos, ...

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  2. Gracias Pilar, me alegro que te guste. Un abrazo

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