La
LaL
Los niños y niñas de esta generación, los bebés que han nacido en los últimos tres años, los adolescentes y jóvenes, están viendo como ha cambiado su elenco de actividades y sus vidas en general, sobre todo las relaciones. Hay aspectos y vivencias que no serán como la de sus hermanos, ni volverán a repetirse, porque los meses transcurren. Ya llevamos para un año con restricciones, encierros, contagios, ciudades perimetradas, algún familiar contagiado, muertes, hacerse la pcr, acto desagradable y doloroso para ellos. .. También estamos observando y constatando que son los que mejor soportan llevar la mascarilla muchas horas al día puesta: en el cole, en la calle, en los parques, si se ven con amiguitos y/o compañeras.
Algún amigo/a que trabaje en los Institutos puede decir que a los adolescentes y jóvenes les
molesta llevarla y hay que estar a menudo recordándoles la norma. (Son
adolescentes y una de las maneras de manifestar su propia identidad es
rebelarse contra el sistema.) Lo que ocurre, es que ahora, eso puede llevar a
algún familiar al hospital o a la muerte. Es normal ver a menores con
mascarillas jugando mientras los adultos fuman o comen pipas, sin ellas.
Los profesionales de la educación que estamos con los niños y niñas en las Escuelas Infantiles, en los Colegios e Institutos, nos ven a todas horas también con ellas. Para los peques de las Escuelas de 0 a 3 años y los de segundo ciclo de Infantil, no es obligatorio que las lleven aunque si sus hermanos mayores la usan, ellos también quieren. Y los más pequeños no utilizan el gel hidroalcoholico al entrar en el centro, se lavan las manos.
Curioso, lo tienen tan interiorizado, que cuando entran en los sitios hay que echárselo, ellos también quieren. Lo de la mascarilla igual, lo han integrado en sus hábitos y rutina, y lo hacen, así, sin más.
No nos ven las caras enteras ni todas las expresiones
que podemos llegar a hacer a lo largo del día, ni las emociones que podemos expresar,
porque llevamos más de la mitad de la
cara tapada.
Así que el otro día en
la Escuela, con los peques, uno de ellos me tiraba de la mascarilla y se reía.
Siempre se está riendo y es muy simpático.
Y yo le decía: “No
cariño, que no me la puedo quitar”. Y yo sonría también y le di un achuchón,
pero él no veía la sonrisa, ni mis
labios; solo los ojos encogidos por encima de la mascarilla y las cintas de
ésta.
Insistía de nuevo con
su manita en tocármela y querer quitármela para jugar. Para verme la cara,
supongo. Y sí, que era cierto, que eso era lo que él pretendía.
Me retiré más de metro
y medio y me la quité. Desde lejos le sonreí. El me señalaba con el dedo y se echaba
para atrás andando. Le dije: “¿Esto es lo que tú querías verme no? Mi cara entera. ¡¡Cómo nos reíamos los dos!!!
y los otros peques, que estaban en el aula.
No me dijo nada con palabras. Todavía no habla, solo tiene veinte meses. Su cuerpo, sus manos y su cara, expresan lo que aún no puede con palabras.
Y decidí en ese mismo instante
que tenía que dibujarlo. Expresar con la pintura y los dibujos lo que vivo, aprecio
y valoro tanto. Es de las mejores cosas que puedo hacer. Y estas acuarelas son la muestra.
Por eso me gusta la
Educación, por la ternura de las criaturas, por sus abrazos y sus sonrisas, por
la vivacidad de sus ojos y la decisión de sus acciones, sin miedo, ni rencor.
Dedicarme
a la enseñanza, cerca de treinta años, es de las mejores decisiones que tomé en
mi vida. Y eso que lo de ser maestra lo descubrí mientras estudiaba la carrera.
Pero esa es otra historia.
Eire MTC, 7 de febrero
de 2021.
No hay comentarios:
Publicar un comentario